Nuestro pasado no nos define, pero sí nos ayuda a construir nuestra identidad; es decir, cada acierto y cada error nos ha traído a este momento, y aunque el futuro es incierto y no depende tanto de lo que hicimos ayer sino de lo que haremos hoy, no podemos negar que los recuerdos del pasado son parte importante de la vida.
Y en el mundo de la gastronomía la cosa no es muy diferente, no solo porque el sentido del gusto es una de las formas más directas de acceder a nuestros recuerdos, sino también porque es una de las formas más sencillas y emocionantes de llevar una conversación.
La convivencia gastronómica
¿Y qué tiene que ver la conversación con la gastronomía? Pues aunque no lo creas, existe mucha relación, pues la convivencia puede convertir (para bien o para mal) al acto de comer mucho más disfrutable.
Imagina que sales a comer con tus amigos a tu restaurante favorito, pero durante la reunión nadie dice una palabra. Puede que la comida esté deliciosa, pero muy probablemente no lo disfrutes tanto como cuando hay una buena plática sobre la mesa.
Y es que pasarla bien enriquece cualquier experiencia, o dicho de otro modo, una conversación interesante mejora la experiencia del sabor y viceversa, porque seguro también la conversación es más positiva si la comida es buena.
La sobremesa
Y qué decir de la sobremesa, ese momento que precede a la comida y que los mexicanos amamos tanto que muchas veces dura mucho más que los alimentos en la mesa.
Así, con una cerveza, un mezcal o una taza de café, podemos pasar tranquilamente el resto de la tarde, en compañía de viejos o nuevos amigos, recordando historias, chismeando y compartiendo anécdotas emocionantes.
Recuerdos en la mesa
Las conversaciones pueden ser de cualquier cosa, desde quejarse del trabajo, contar un logro o pensar en el futuro hasta platicar de nuestros hobbies o contar historias de terror; pero uno de mis tópicos favoritos es el de las anécdotas del pasado, pues los recuerdos que nos animamos a contar suelen ser los más emocionantes.
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“¿Te acuerdas aquella vez que…?”, “Cuando yo era pequeño…”, “Recuerdo una ocasión en la que…”. No importa cómo completes esas frases, recordar momentos especiales suele ser una excelente forma de dirigir una conversación, fortalecer lazos con los viejos conocidos y aprender cosas sobre las nuevas amistades. Y si los podemos acompañar con deliciosos alimentos, mucho mejor.
Casa Ribera
Y hablando de recuerdos y buena comida, acabo de recordar un restaurante perfecto para convivir con los amigos, porque no importa si son de los que les gusta sentarse a comer, beber unos tragos o bailar, en este lugar hay espacio para todos.
Se trata de Casa Ribera, un nuevo restaurante en Santa María la Ribera que ha convertido una casa abandonada en un espacio lleno de recuerdos, ya que cuenta con muchas áreas diferentes en las que puedes disfrutar de buenos alimentos y coctelería.
Niveles para construir recuerdos
Primero, en la planta baja, hay dos salones con un estilo simple y un toque underground, donde los fines de semana se arma la fiesta en grande, con DJ en vivo, coctelería y un excelente ambiente para bailar; muy distinto a lo que se vive en el piso de arriba, donde hay una cómoda área para sentarse a comer y platicar, y por supuesto, un amplio balcón perfecto para los que buscan un poco de aire fresco o poder disfrutar con sus mascotas.
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En el segundo piso, la cosa también es diferente, pues aunque aquí también hay mesas y aire fresco, el mood invita más bien a tomar un buen drink con una botanita para platicar a gusto.
Y qué decir de la comida, que para mí es un desfile delicioso de platillos que solo podría describir como la mejor comfort food de la zona, con una variedad que va desde camarones empanizados y hamburguesas hasta molcajete de arrachera y flautas ahogadas, todo con un toque gourmet que lo eleva para enriquecer la experiencia de sabor.
Casa Ribera es el lugar perfecto para recordar el pasado y construir nuevos recuerdos, así que síguelo en Instagram para conocer más acerca del proyecto y ten en cuenta que no conviene vivir en el pasado, pero tampoco está mal recordarlo.
